sábado, 8 de mayo de 2010

Immanuel Kant y su imperativo categórico




Imperativo Categórico o imperativo apodíctico, lo podemos definir como un mandato con carácter universal y necesario: prescribe una acción como buena de forma incondicionada, manda algo por la propia bondad de la acción, independientemente de lo que con ella se pueda conseguir. Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a ningún propósito extrínseco. Para Kant sólo este tipo de imperativo es propiamente un imperativo de la moralidad.

Kant consideró que nunca se puede estar absolutamente seguro de que nuestra conducta no haya estado motivada por un interés o por algún temor, y por ello concluyó que cuando nos parece seguir un imperativo categórico siempre es posible que el imperativo por el que nos regimos sea hipotético.

Kant da también unas fórmulas generales del imperativo categórico, fórmulas que resumen todos los mandatos morales.

Fórmulas Del Imperativo Categórico

Fórmula de la ley universal

"Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal"

Fórmula de la ley de la naturaleza

"Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza"

Fórmula del fin en si mismo:

"Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio"

Fórmula de la autonomía:

"Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines"

Arthur Rimbaud, Mala Sangre

Jean Nicolas Arthur Rimbaud, nacio en Charleville, el 20 de octubre de 1854 – Marsella, y fallecio el 10 de noviembre de 1891).Fue un poeta francés, adscrito unas veces al movimiento simbolista, junto a Mallarmé, y otras al decadentista, junto a Verlaine, su "novio".

Nació en el seno de una familia de la clase media rural, su padre, Frédéric Rimbaud, era capitán del ejército en la guarnición de Mézières y se casó con Vitalie Cuif, una joven natural de Chuffilly-Roche, aldea cercana a Attigny, y se instalaron en Charleville.
Arthur tenia 4 hermanos, su madre era muy rigida,y a los 7 años su padre abandono el hogar.

Pese a ello el logro ser un estudiante inquieto y burlón, era sin embargo superdotado y brillante: A los quince años ya había ganado todo tipo de premios de redacción y compuesto originales versos y diálogos en latín.
En una de sus frecuentes huidas, es posible que participase brevemente en la Comuna de París, en 1871, aunque es muy poco probable según las cartas que han sobrevivido de esas fechas, lo cual habría retratado en su poema L´Orgie parisienne ou Paris se repeuple (La orgía parisina o París se repuebla), aunque parece más probable que extrajera el poema de lo publicado en periódicos de la época ya que no aporta datos de carácter personal.

Para entonces, su conducta se había vuelto caótica e irreverente; había comenzado a beber y se divertía conmocionando a los burgueses locales con sus vestimentas andrajosas, sus pintadas de «Muera Dios» en las iglesias y su cabello largo junto con su tormentosa relacion con el joven Verlaine.

Es así como arthur retrataba a toda la sociedad en la que se ve inserto y no encuetra su lugra, no se encuentra comodo, y asi lo relta en "Mala Sangre".



"MALA SANGRE";ARTHUR RIMBAUD

De mis ancestros conservo los ojos celestes, el cerebro estrecho y la imprudencia de la lucha. Me visto tan bárbaramente como ellos. Pero yo no engraso mi cabellera.
Los Galos eran los desolladores de animales, los desbrozadores más ineptos de su tiempo.
De ellos tengo: la idolatría y el amor por el sacrilegio; - ¡ah! Todos los vicios, cólera, lujuria -magnífica la lujuria-; sobre todo, mentira y pereza.
Me horrorizan todos los oficios. Patrones y obreros, todos campesinos e innobles. La mano con pluma vale la que la mano con arado. - ¡Qué siglo de manos! - Yo nunca tendré mi mano. Después, la domesticidad trae muchos problemas. La honestidad de la mendicidad me acongoja. Los criminales hieden como los castrados: yo estoy intacto y no me importa.
Pero, ¿quién me ha dado esta lengua tan pérfida que es guía y salvaguarda hasta aquí de mi pereza? Sin servirme para vivir de mi cuerpo, y más ocioso que un sapo, he estado en todas partes. Ni una familia europea ha dejado de conocerme. Se entiende que hablo de familias como la mía, que parecen extraídas de la Declaración de los Derechos del Hombre. - ¡He conocido personalmente a todos los hijos de buenas familias!
Si tan sólo tuviera antecedentes en un punto cualquiera de la historia de Francia!
Pero no, en ninguno.

Es muy evidente que siempre he pertenecido a una raza inferior. No puedo comprender la rebelión. Mi raza sólo se sublevó para cometer pillerías: como los lobos con la bestia que todavía no han terminado de matar.
Recuerdo ahora la historia de Francia, hija primera de la Iglesia. Yo, que entonces era un villano, habría realizado el viaje a tierra santa; conservo todavía la faz de varias rutas de las llanuras suaves, los paisajes de Bizancio, los murallones de Solima; el culto a María, la ternura por el crucificado reviven en mí entre miles de ritos profanos. - Me figuro a mí mismo sentado, leproso, sobre las vasijas quebradas y las ortigas, al pie de un muro carcomido por el sol. - Más tarde, siendo reitre (caballero alemán del siglo XVI), dando vivaques bajo las noches de Alemania.
¡Ah! Y todavía más, bailando en el Aquelarre con una calavera roja con las viejas y los niños.
No puedo recordar más que esta tierra y el cristianismo. Jamás me aburriría de imaginarme en ese pasado. Pero siempre solo, sin familia; ¿qué lengua hablaba entonces? Jamás me veo en los consejos de Cristo, ni en los consejos de los Señores -representantes de Cristo.
¿Quién era yo en el siglo anterior?: Sólo me reconozco en el presente. No más vagabundos, no más guerras vagas. La raza inferior ha invadido todo, - el pueblo, como le dicen la razón, la nación y la ciencia.
¡Oh! ¡La ciencia! Todo en recuperación. Para el cuerpo y para el alma, --el viático, la medicina y la filosofía-. Los remedios de las matronas y los cantos populares arreglados. ¡Y los entretenimientos de los príncipes y los juegos que prohibían! ¡Geografía, cosmografía, mecánica, química!
La ciencia, ¡la nueva nobleza! El progreso. ¡El mundo marcha! ¿Por qué no giraría?
Es el paisaje de los números. Nos dirigimos hacia el Espíritu. Es muy cierto, es un oráculo quien lo dijo. Comprendo, y al no saber cómo explicarme sin usar palabras paganas, quisiera callar.

¡Revive la sangre pagana! El Espíritu está próximo: ¿por qué Cristo no me ayuda entonces, dándole a mi alma nobleza y libertad? ¡Ay! Ha pasado el Evangelio! ¡EI Evangelio! El Evangelio.
Atiendo a Dios con gula. Soy de una raza inferior desde toda la eternidad.
Aquí estoy, sobre la playa armoricana (Gentilicio de América, antiguo nombre de la galia). Que las urbes se iluminen antes de la noche. Mi jornada está completa; abandono Europa.
La brisa marina incendiará mis pulmones; los climas distantes me curtirán. Nadar, desbrozar la hierba, cazar, y fumar, sobre todo; beber de los licores fuertes como el metal hirviente, -como lo hacían aquellos queridos ancestros alrededor del fuego.
Volveré con miembros de hierro, la piel ensombrecida y los ojos enfurecidos: por mi máscara me juzgarán de una raza fuerte. Tendré oro: seré ocioso y brutal. Las mujeres sueñan con esos feroces inválidos que vienen de los países cálidos. Estaré inmerso en asuntos políticos. Salvado.

Mientras tanto estoy maldito, y me horroriza la patria. Lo mejor es tirarse a dormir totalmente ebrio en la playa.
Todavía aquí. - Retomemos entonces la marcha por estos rumbos, cargado con mi vicio, el vicio que ha echado raíces de pesadumbre a mi costado desde la edad de la razón, - que se alza hacia el cielo, me golpea, me derrite, me empuja.
La última inocencia y la última timidez. Está dicho. No llevar al mundo mis odios ni mis traiciones.
¡Adelante! La marcha, el fardo, el desierto, el hartazgo y la cólera.
.¿Ante quién debo postranne? ¿Qué animal debo adorar? ¿Qué imagen santa atacar? ¿Qué corazones deberé partir? ¿Qué mentira debo decir? ¿Sobre qué sangre marchar?
Mejor, cuidarse de la justicia. - La vida dura, el simple embrutecimiento, - levantar, con el puño endurecido la tapa del féretro, sentarse, ahogarse. Así, lejos de la vejez y de los peligros: el terror no es francés.
- ¡Ah! Estoy tan desamparado que ofrezco a cualquier imagen divina mis anhelos de perfección.
¡Mi abnegación, mi caridad maravillosa! ¡Aquí abajo, sin embargo!
De profundis Domine (Señor de las profundidades), ¡soy una bestia!
Desde muy pequeño yo admiraba al preso intratable para quien se cierran siempre las puertas de la prisión; visitaba las posadas y los albergues que podría haber hecho sagrados con su estadía; veía con su idea el cielo azul y el trabajo florido de la campiña; intuía su fatalidad en las urbes. Tenía más fuerza que un santo, mejor buen sentido que un viajero - y él, ¡él solamente!, era testigo de su gloria y su razón.
Por las rutas, en las noches de invierno, sin reparo, sin túnica, sin pan, una voz atormentaba mi corazón helado: Debilidad o fuerza: estando aquí, fuerza. No sabes adónde te diriges ni por qué, de modo que entras en todos lados, respondes a todo. Nadie puede matarte porque eres un cadáver. A la mañana tenía los ojos tan distantes y un aspecto tan de difunto que aquellos a quienes encontré tal vez no me vieron.
En las urbes, el barro me parecía súbitamente rojo y negro, como un espejo cuando la lámpara gira en la recámara vecina, ¡como un tesoro en el bosque! Buena suerte, exclamaba mientras veía un mar de llamas y de humo en el cielo; y, a la izquierda y a la derecha, todas las riquezas flameaban como un millar de truenos.
Pero la orgía y la compañía de las mujeres me estaban prohibidas. Ni un solo compañero. Me veía ante una muchedumbre exaltada, frente a un pelotón de fusilamiento, llorando la desgracia de que no hayan comprendido, y ¡perdonando! - ¡Como Juana de Arco!- Prelados, profesores, patrones: se equivocan entregándome a la justicia. Jamás fui de este pueblo; jamás fui cristiano; soy de la raza que cantaba en el suplicio; no entiendo las leyes; no tengo sentido moral; soy un bruto, ustedes están equivocados ...

Sí, mis ojos están cerrados a la luz de ustedes. Soy un animal, un negro. Pero todavía pueden salvarme. Ustedes son falsos negros, ustedes, maníacos, feroces, avaros. Mercader: eres negro; magistrado: eres negro; general: eres negro; emperador, vieja picazón: eres negro; has bebido un licor de contrabando, de la fábrica de Satán. El pueblo está inspirado por la fiebre y el cáncer. Los inválidos y los ancianos son tan respetables que exigen ser hervidos. - Lo más inteligente es abandonar este continente donde la locura está acechante para proveer de cautivos a esos miserables. Entro en el verdadero reino de los niños de Cam.
¿Todavía conozco la naturaleza? ¿Me conozco? -Basta de palabras. Sepulto a los muertos en mi vientre. ¡Gritos, tambores, danza, danza, danza, danza! No veo llegar la hora en que desembarquen los blancos, para hundirme finalmente en la nada. ¡Hambre, sed, gritos, danza, danza, danza, danza!

Los blancos desembarcan. iEI cañón!: Hay que padecer el bautismo, vestirse, trabajar.
He recibido en el corazón el golpe de la gracia. ¡Ah, no lo había previsto!
Pero no me he dedicado a hacer el mal. Los días serán llevaderos, no me arrepentiré. No habré sufrido los tormentos del alma difunta para el bien, en la que sube la luz severa otra vez como los cirios funerarios. La suerte de los hijos de familia: féretro prematuro cubierto de lágrimas límpidas. Sin duda, la desmesura es estúpida, el vicio es estúpido; debemos descartar lo podrido. ¡Pero el reloj no habrá llegado únicamente para dar la hora del dolor puro! ¡Seré levantado como un niño, para ir a jugar al paraíso olvidando toda desgracia!
¡Rápido! ¿existen otras vidas? - El sueño en la riqueza es imposible. La riqueza siempre fue un bien público. El amor divino únicamente otorga las claves de la ciencia. Veo que la naturaleza es sólo un espectáculo de bondad. Adiós quimeras, ideales, errores.
El canto razonable de los ángeles se eleva desde la nave salvadora: es el amor divino. - ¡Dos amores! Puedo morir de amor terrestre, morir de devoción. ¡He abandonado almas cuya pena se acrecentará con mi partida! Ustedes me escogen entre los náufragos; ¿los que restan no son mis amigos?
¡Sálvenlos!
La razón ha nacido en mí. El mundo es bueno. Beneficiaré la vida. Amaré a mis hermanos. No son más promesas de la infancia. Ni la esperanza de escapar a la vejez y a la muerte. Dios me da fuerza y yo alabo a Dios.
El hartazgo no es más mi amor. Las iras, las desmesuras, la locura, conozco todos sus impulsos y desastres, me he deshecho de todo ese fardo. Apreciemos sin vértigo la extensión de mi inocencia.
Ya nunca seré capaz de pedir el consuelo de una golpiza. No me creo embarcado en una boda con Jesucristo por suegro.

No soy prisionero de mi razón. He dicho: Dios. Deseo la libertad en la salvación: ¿cómo la perseguiré? Los gustos frívolos se me han quitado. No más necesidad de devoción ni amor divino. No me da nostalgia el siglo de los corazones sensibles. Cada uno con su razón, desdén y caridad: retengo mi puesto en esa escalera angelical del buen sentido.
Respecto de la dicha establecida, doméstica o no ..., no, en verdad no puedo. Soy muy etéreo, muy débil. La vida florece por el trabajo, vieja verdad: mi vida no tiene peso suficiente, echa vuelo y flota sobre la acción, ese querido punto de apoyo del mundo.
¡Qué solterona me estoy volviendo por carecer del valor de amar la muerte!
Si Dios me otorgase la calma celestial, del aire, la plegaria - como a los antiguos santos. - ¡Los santos!, ¡los fuertes! ¡Los anacoretas, artistas que el mundo ya no necesita!
¡Farsa continuada! Mi inocencia me provocaría las lágrimas. La vida es la farsa que se desenvuelve con la ayuda de todos.

¡Basta! He aquí el castigo. - ¡En marcha!
¡Ah! Los pulmones me queman, las sienes repiquetean! La noche danza en mis ojos por causa de este sol! El corazón ... Los miembros ..
¿A dónde nos dirigimos? ¿Al combate? ¡Yo soy débil! Los otros avanzan. Las herramientas, las armas ... ¡El momento!
¡Hagan fuego! ¡Hagan fuego sobre mí! ¡Oyen! O me rindo.-- ¡Cobardes! - ¡Me mato! ¡Me tiro debajo de los cascos de los caballos!
¡Ah! ...
-Si me habituara.

¡Sería la vida francesa, el rumbo del honor!